Filosofía de la educación física.
Su práctica se presenta como una actividad global y en cierto modo espiritual, en el más amplio sentido del término, que posibilita al niño ser verdaderamente participante, y no alguien sometido por obligación al cumplimiento de una tarea escolar más. Es, además, una actividad verbal de intercambio de información, tanto del profesor al alumno, como del alumno al profesor, pero principalmente una actividad motriz, concebida como experiencia, sin restricciones a la propia aportación e interpretación de la deseada motricidad. Bajo estas premisas la práctica del alumno en la Educación Física es variada y creativa, potenciando la disponibilidad motriz promovida por su propio interés, que se pone de manifiesto cuando el alumno puede construir cualquier actividad y resolverla con su motricidad que de esta forma, se pone a prueba.
Su práctica se presenta como una actividad global y en cierto modo espiritual, en el más amplio sentido del término, que posibilita al niño ser verdaderamente participante, y no alguien sometido por obligación al cumplimiento de una tarea escolar más. Es, además, una actividad verbal de intercambio de información, tanto del profesor al alumno, como del alumno al profesor, pero principalmente una actividad motriz, concebida como experiencia, sin restricciones a la propia aportación e interpretación de la deseada motricidad. Bajo estas premisas la práctica del alumno en la Educación Física es variada y creativa, potenciando la disponibilidad motriz promovida por su propio interés, que se pone de manifiesto cuando el alumno puede construir cualquier actividad y resolverla con su motricidad que de esta forma, se pone a prueba.
Este valor exploratorio y de superación personal, de competencia, refuerza evidentemente las motivaciones primarias o intrínsecas, vinculando en consecuencia, al alumno de una forma continuada a este tipo de actividad. Este fuerte vínculo hace que la práctica no se abandone a lo largo de la vida del sujeto, siendo así fuente inagotable de autoconocimiento y autoaceptación durante el tiempo que se practique actividades motrices de esta categoría. De esta forma vamos por el camino de la autoestructuración. Sus motivaciones, sus intereses, y sus necesidades son constantes y estructuran su personalidad, acompañándole toda la vida sea cual fuere su edad y actividad. Por lo tanto, aquella categoría de tareas motrices que pone a prueba las capacidades funcionales de la inteligencia, configurándolas por medio de una actividad para eso construida, se hace imprescindible si queremos una educación centrada en el alumno, y conformadora de la personalidad, de forma definitiva.
La Educación Física está sujeta a muchos estereotipos de interpretación social y, por ello, hay que remarcar que de las muchas connotaciones e intencionalidades que puede alcanzar la motricidad humana, será exclusivamente la educación de la persona la esencia y objeto de nuestra actuación en un ámbito educativo.
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